No me entiendo con mi médico Foto: Alex Makarov on Unsplash

¿Te has parado a pensar alguna vez en todas las cosas importantes que has compartido con tu médico? Hay momentos que, seguro, se habrán quedado fijados en tu memoria: el momento del diagnóstico, la tristeza ante las malas noticias o la alegría ante las buenas, la incertidumbre en torno a los resultados del tratamiento, las dudas que buscan respuesta…

 El médico, nuestro aliado

De un día para otro, ese médico al que no conocemos de nada se convierte en una persona fundamental en nuestra vida. Es nuestro aliado, nuestra brújula, nuestro confidente. Es ese compañero de viaje que sabe perfectamente los lugares a visitar, dónde ir a comer o a qué espectáculos acudir, porque conoce el lugar y, así, se convierte en un referente para nosotros.

Comunicar con el médico y el personal sanitario 

Es por ello que establecer una relación fluida médico-paciente será de vital importancia en todo el proceso. Mantener una comunicación estrecha con tu médico, y por extensión, con todo el equipo sanitario, favorece que puedas contar con una mejor información, no solo sobre tu enfermedad y sus características, sino también sobre las opciones de tratamiento y pruebas médicas. Si ellos conocen tus deseos, preferencias o preocupaciones podrán adaptarse mejor a ellas e incorporarte para lograr una toma de decisiones conjunta.

 Ser un paciente activo 

Del mismo modo, comunicar de forma fluida los diferentes síntomas o efectos secundarios que vayas notando facilitará que tus médicos puedan ofrecerte mejores opciones terapéuticas para paliarlos de forma más eficiente. Mantenerte activo en la relación con el equipo sanitario hará que te sientas parte del equipo, que entiendas los pasos que das y que disminuya gran parte de la incertidumbre y el miedo, en muchos casos asociada al desconocimiento.

 Malas experiencias 

Pero, ¿qué sucede si no tenemos una buena comunicación con el médico, si no acabamos de entendernos del todo bien, o no nos sentimos a gusto en consulta? Todos hemos oído, en alguna ocasión, a alguna persona hablar de malas experiencias con algún médico o puede que lo hayas vivido en primera persona. Nos referimos a informaciones transmitidas con poco tacto, gestos o actitudes que demuestran escaso interés, o explicaciones que son difíciles de entender, entre otros.

 Necesidad de mejorar las relaciones 

En nuestro país la atención ofrecida por los profesionales sanitarios aprueba con buena nota, como indica el Barómetro EsCrónicos 2017, de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP). Sin embargo, según el Barómetro EsCrónicos 2016, los pacientes crónicos señalaban la necesidad de mejorar la comunicación con los profesionales sanitarios como la tercera mejora más prioritaria del Sistema Nacional de Salud.

 

Mejorar la comunicación es una prioridad, según los pacientes crónicos

 

La dificultad de lograr una buena relación médico-paciente se explica, en gran parte, por la complejidad de la propia relación. Y es que el paciente y el profesional no están en la misma posición, como exponemos en los siguientes tres argumentos. En primer lugar, porque el médico tiene el conocimiento especializado de inicio, mientras que el paciente no tiene por qué tenerlo. Si el profesional no hace por adaptarse al nivel y ritmo de comprensión del paciente, así como a sus necesidades y preferencias de información, se puede dar lugar a confusiones e interpretaciones equivocadas y a faltas de entendimiento.

 Las emociones cuentan 

En segundo lugar, la relación asimétrica entre el médico y el paciente también se produce porque la situación emocional de partida es diferente en uno y otro. El médico está realizando una labor cotidiana, pero el paciente hace frente a una vivencia única, compleja y difícil, que puede agudizarse en los momentos en los que está con el médico. Es frecuente experimentar intensos sentimientos de miedo y vulnerabilidad, tanto en los momentos previos como durante la consulta, lo cual dificulta la capacidad de comprensión, atención y diálogo.

Un médico comprometido 

Y el tercer argumento, muy ligado al anterior, está relacionado con la posibilidad de elección. El médico elige estar ahí, el paciente no. El profesional tiene una vocación/interés por la medicina y ha optado por ese trabajo por un compromiso de mejorar la salud de las personas. El paciente no elige tener la enfermedad y, si por él/ella fuera, no pasaría todo ese tiempo en el hospital y en contacto con los médicos. La única forma de “salvar” esta diferencia de partida es a través de la necesaria empatía que deben saber desarrollar los profesionales sanitarios, con el fin de que entiendan que todo aquello que ellos consideran normal y cotidiano es extraordinario para los pacientes y, por tanto, requieren de un acompañamiento y apoyo personalizado.

 Profesionales responsables 

Por estos motivos la responsabilidad de lograr una buena comunicación médico-paciente debe atribuirse, en gran medida, a los profesionales y gestores sanitarios. Son ellos quienes deben procurar tener una mejor formación en habilidades de comunicación, conseguir mayor tiempo de diálogo con el paciente y facilitar una mejor continuidad y coordinación asistencial, entre otros.

La carga asistencial es una realidad  

Hay un aspecto muy destacado que dificulta, en gran medida, que los profesionales sanitarios provean la atención personalizada y cercana que desearían. La carga asistencial que se vive en muchos centros hospitalarios afecta a la calidad de la comunicación, así como a la cantidad de tiempo de consulta. El estrés laboral, el poco tiempo para hablar con el paciente y las exigencias ante múltiples tareas no ayudan a lograr el trato individualizado y cercano que una persona con cáncer requiere.

No obstante, a pesar de que los profesionales sanitarios deban estar atentos para facilitar la relación con los pacientes, nosotros también podemos poner de nuestra parte para conseguirlo. 

No me entiendo con mi médico Foto: Alex Makarov on Unsplash

Foto: Alex Makarov on Unsplash

¿Qué podemos hacer para entendernos mejor?

  • Reflexiona sobre qué información necesitarás para afrontar el día a día de la enfermedad. Esta reflexión te ayudará a orientar las preguntas que realices a tu médico y le guiará sobre los datos que son importantes para ti.
  • Recuerda que las consultas son momentos en los que la ansiedad suele jugarnos una mala pasada, y a veces es difícil quedarse con todos los datos. Cuando recibimos información tan importante es fácil sentirnos bloqueados. Contar con el apoyo de un familiar puede ayudarte a sentir más seguridad y a captar más información. Reflexiona sobre cuáles son los familiares más idóneos para acompañarte; aquel con mayor capacidad de comprensión de la información médica o aquel que pueda ofrecerte mayor soporte.
  • Permítete tiempo tras la consulta para desahogarte y procesar la información. Las consultas pueden ser emocionalmente muy intensas y en ocasiones estar cargadas de datos. Te recomendamos que compartas tus miedos e inquietudes con alguien de tu confianza; te ayudará a sentir su apoyo y a tomar mejores decisiones.
  • Pídele a tu médico una hoja de ruta, es decir, que te detalle cuáles serán los pasos a seguir. Te ayudará a entender el proceso y a sentirte más seguro en cada etapa.
  •  Recuerda no apresurarte en tu toma de decisiones, tómate un tiempo y consulta con otros profesionales o allegados, si lo deseas.
  •  Elabora una lista con las dudas y cuestiones que te surjan en cada consulta. El tiempo de reflexión tras la consulta te ayudará a que aparezcan. Ten en cuenta que es posible que no soluciones todas tus dudas en una sola consulta, y permítete continuar en una próxima ocasión.
  • Es adecuado ir recibiendo la información de forma gradual e ir valorando poco a poco tus necesidades. La sobreinformación puede ser contraproducente y generar ansiedad anticipatoria. Recuerda que tú eres el dueño de la información, reflexiona sobre la que es adecuada para ti en cada momento.
  • Reitera y sintetiza la información recibida. Es posible que en algunas consultas recibas gran cantidad de información o datos complejos. Repite lo que acabas de escuchar de tu médico o realiza un resumen de lo que has entendido para asegurarte de que te vas con la información correcta.
  • Recuerda que hay preguntas para las que posiblemente no haya respuesta o quizá haya preguntas que no desees hacer. Sé práctico, prioriza, ¿cuál es la información que te ayudará a afrontar tu día a día con mejor calidad de vida? ¿Qué necesitas saber para tomar decisiones o buscar mejores soluciones? ¿Qué información es útil y beneficiosa para ti?
  • En el caso de que quieras ampliar la información siempre puedes preguntar a tu médico por webs de referencia, publicaciones para pacientes o asociaciones de pacientes donde encontrar datos actualizados.
  • Ten en cuenta que los sanitarios no te conocen; necesitarán información por tu parte sobre cómo quieres manejar la información o con quién quieres compartirla para poder adaptarse a tus necesidades y deseos. Por tanto, la relación de confianza deberá ser bidireccional.
  • Dale tiempo a tu médico para que pueda explicarte lo necesario. Pídele que te apunte por escrito aquellas instrucciones que puedan tener algo de complejidad. Te ayudará a seguir la pauta y te aportará seguridad tras la consulta. Algunas unidades cuentan con teléfonos a los que puedes llamar para solucionar las dudas que puedan surgir y así evitar la ansiedad o la inseguridad de la espera hasta la siguiente consulta.
  • Tómate tiempo para tomar decisiones importantes, siempre hay margen para ello. No tengas prisa y asegúrate de obtener la información que necesites para ello.
  • Emplea tu tiempo en consulta; no obstante, no seas demasiado exigente contigo mismo, es posible que tengas más oportunidades para hablar de los temas que queden en el tintero.
  • Comunícale a tu equipo sanitario si tienes alguna dificultad con las pruebas médicas que te planteen. Ellos tienen herramientas que pueden ayudarte a afrontarlas mejor.
  • Evita mentir a tus médicos; recuerda que ambos buscáis cumplir los mismos objetivos. No obstante, siéntete libre de expresar tus discrepancias, con cordialidad, siempre que las haya. Recuerda que la decisión final siempre será tuya.
  • La relación de confianza con el equipo debe ser uno de vuestros pilares. Infórmale del inicio de cualquier tipo de terapia que estés recibiendo o producto que estés tomando. Siempre será positivo que tenga toda la información antes de iniciarlo, ya que algunos de ellos pueden estar contraindicados. Recuerda que, aunque no estén de acuerdo, deben respetarán tus decisiones o creencias, pero es positivo que se tomen con toda la información posible. Ellos querrán conseguir los mejores resultados y para ello necesitarán contar con todos los datos.
  • Hazte partícipe del proceso de toma de decisiones, recuerda que formas parte del equipo. Ambos pacientes y profesionales tienen su papel para conseguir los mejores resultados.

 Tus derechos  

Es importante que conozcas tus derechos en materia de información y comunicación con los profesionales médicos. A continuación, compartimos cinco derechos fundamentales, contemplados en la Ley 41/2002 (Autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica):

  • Tienes derecho a conocer la información relativa a tu proceso de enfermedad, y el profesional sanitario el deber de suministrarla. La ley también indica que la información debe ser comprensible, así que pregunta todo aquello que no entiendas.
  • Comenta con tu médico aquella información que no deseas conocer. Deberá respetar tu decisión y anotarlo en la historia clínica para que los demás profesionales también lo tengan en cuenta. Ayudará a reducir la ansiedad o incertidumbre que determinada información quizá te ocasione.
  • Puedes solicitar una copia de tus informes y del historial clínico. Te serán entregados en un plazo inferior a treinta días.
  • Tienes derecho a solicitar una segunda opinión médica, en caso de querer contrastar con otro médico el diagnóstico, el tratamiento u otro aspecto importante relacionado con el cuidado. La confianza en tu médico es muy importante, pero tener confianza en el proceso asistencial lo es aún más. Si tienes dudas al respecto solicita una segunda opinión médica en el Servicio de Atención al Paciente/Usuario de tu hospital. Te ayudará a afrontar con mayor control y seguridad el tratamiento.
  • Puedes solicitar un cambio de médico, si lo estimas conveniente. Cambiar de médico es recomendable en casos de falta de confianza, conflictos en la relación o dificultades de entendimiento continuadas. La elección ha de llevarse a cabo en las condiciones que establecen los servicios de salud autonómicos, por lo que, en la práctica, podrías encontrarte algún impedimento. 

 Amistad ¿si o no? 

 Recuerda que tu médico no tiene por qué ser un amigo, ni comportarse como lo haría un familiar. Hay médicos que son capaces de mostrar más cercanía y otros que menos. Al margen de particularidades personales, recuerda que son humanos y que, si no es fácil recibir informaciones tan importantes como un diagnóstico oncológico o una mala noticia, comunicarlas tampoco lo es. Sus emociones, a veces, también pueden influir y hacer que se muestren distantes o, incluso, excesivamente involucrados.

 En busca de recursos 

Todo lo que a ti te importe o te preocupe es importante para el proceso que estás viviendo; ponerlo encima de la mesa te ayudará a buscar los recursos necesarios. Ellos tienen la responsabilidad de formarse y entrenarse para facilitar la tarea a todos los pacientes, ya que un buen manejo de la información facilitará que los pacientes puedan adaptarse y afrontar mejor los cambios que sobrevienen con el cáncer. Pero nosotros, como pacientes, tenemos la responsabilidad de facilitar la información necesaria y de orientar al médico hacia nuestras necesidades.  Al final el objetivo de cada consulta será entender y ser entendido.

 

 

 

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