SER-MADRE-DESPUÉS-DEL-CÁNCER (1)Aunque no es lo más frecuente, muchas mujeres desarrollan cáncer de mama durante el embarazo o el primer año después del parto.  Algo que está aumentando en los últimos años debido al retraso de la maternidad. Por ello, en los próximos meses, el Grupo Español de Cáncer de Mama (GEICAM) iniciará un estudio hospitalario financiado por la asociación Rosae para definir mejor la enfermedad molecularmente e investigar si existe un subtipo de cáncer de mama gestacional.

MARÍA: “Estar embarazada hace que te centres solamente en la buena noticia”

Este es el caso de María, quién durante la misma semana que conoció que estaba embarazada se descubrió un bulto en el pecho. Tras las pruebas pertinentes, el diagnóstico fue de carcinoma. Pero esta noticia no le quitó la ilusión por ser madre y eligió seguir con el embarazo. A los tres meses de gestación, le extirpan el tumor, que era más pequeño de lo que parecía en un principio, y los ganglios no estaban afectados. Sin embargo, para evitar el tratamiento con quimioterapia y radioterapia, un mes después, le practican una mastectomía. El embarazo siguió su curso, aunque bastante vigilado, y en la semana 39 de gestación, nació su hijo con un parto normal.

“Estar embarazada al mismo tiempo que enferma de cáncer hace que te centres solo en la buena noticia”, comenta. Después de dar a luz, María siguió con un tratamiento para prevenir el cáncer de mama hormonal, consistente en Tamoxifeno, para frenar la producción de estrógenos; e inyecciones de Zoladex, para evitar la menstruación.

A los 39 años, ella y su marido se plantean tener su segundo hijo. Tras intentar el mecanismo de la adopción, este se les deniega en el extranjero por haber sido paciente de cáncer. Pero a los tres meses de dejar el tratamiento y retomar la menstruación, María estaba de nuevo embarazada. Otro milagro, que esta vez vino en forma de niña. Voluntariamente, decidió realizarse una mastectomía en el pecho sano, “por no tener que volver a pasar por lo mismo”, afirma. Aunque la operación de la primera reconstrucción no fue positiva, actualmente se encuentra muy satisfecha con el resultado y tras haber sido operada por una cirujana plástica.

Los casos que siguen de Miriam y Verónica son algo distintos. Ambas sufrieron un linfoma cuando aún no habían sido madres, pero, afortunadamente, aunque no preservaron su fertilidad antes de comenzar con el tratamiento, han podido serlo.

MIRIAM MANGAS: “Mi preocupación ya no son mis revisiones, sino que mi hija sea feliz”

Todo empezó en el verano de 2005, cuando Miriam y su marido se encontraban de vacaciones en Canarias. La fiebre alta hizo que se trasladara de urgencia a Madrid para ser ingresada en el Hospital Gregorio Marañón, donde tras un mes de pruebas, le diagnostican un Linfoma no Hodkin. “Es una enfermedad difícil de determinar porque los síntomas se confunden con otras muchas”, comenta. Pasaron unos meses hasta que comenzó con la quimioterapia, pero en este tiempo no fue informada sobre las posibles técnicas de preservación de fertilidad, y cuando Miriam preguntó sobre el tema, ya era demasiado tarde; la quimioterapia no podía esperar. El tratamiento duró un año, en el que estuvo ingresada en el hospital y donde compartió vivencias con más pacientes. Allí conoció a Leticia, una chica con leucemia a quien prometió que si un día tenía una niña le pondría su nombre. Leticia no sobrevivió a la enfermedad, pero su promesa no cayó en saco roto.

En cuanto a Miriam, para un trasplante de médula, su hermana no era compatible, por lo que la solución era contar con un donante anónimo o un autotrasplante, y justo antes de que este se produjera, la enfermedad remitió. Cuatro años después, estaba embarazada de forma natural de una preciosa niña, llamada Letizia, en honor a su amiga y compañera de hospital. Una niña sana que crece feliz y que cuando pide tener un hermanito le cuentan que no será posible ya que “su mamá estuvo enferma” y que incluso se le cayó el pelo.

VERÓNICA VÁZQUEZ: “Tuve un embarazo y un parto perfectos”

En octubre de 2008, a Verónica le diagnosticaron un linfoma cuando tan sólo tenía 25 años. Las prisas de comenzar cuanto antes con la quimioterapia no permitieron que pudiera congelar óvulos. Además, los hematólogos le recomendaron que esta técnica “no era 100% segura, ya que todavía no estaba muy perfeccionada”. Finalmente, optaron por paralizar la menstruación con las inyecciones de Zoladex antes de que los ovarios sufrieran los efectos de la quimioterapia. Tres años después de finalizar el tratamiento, Verónica consultó con los médicos la posibilidad de ser madre, y al mes de dejar de tomar anticonceptivos, estaba embarazada de su hijo Pau.

También hay buenas noticias de embarazos en mujeres que preservaron la fertilidad antes de comenzar con el tratamiento. El Dr. César Díaz, responsable de la Unidad de Reproducción Humana y Preservación de la Fertilidad del Hospital La Fe, comenta que: “A día de hoy, son numerosos los casos de éxito en términos de recién nacidos vivos tras aplicación de técnicas de preservación de la fertilidad en todas sus vertientes”. De hecho, también el Dr. Javier Domingo, director de IVI Las Palmas y coordinador del Programa para la Preservación de la Fertilidad de IVI, comenta muy satisfecho de que en Las Palmas presentaron hace poco más de un año el caso de Vanessa y su hijo Leo, el primer niño por preservación de la fertilidad tras cáncer hematológico materno. “Es un ejemplo de superación personal que tiene como recompensa el mejor de los regalos: un deseado bebé que puso un final feliz a una historia de lucha como la de esta gran mujer. Además, hasta la fecha, ya hay otros tres recién nacidos más”, comenta.

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