Por Vanesa Giménez Arias
En ocasiones, determinados tratamientos contra el cáncer afectan al crecimiento de las células cutáneas o los pequeños vasos sanguíneos de las manos y los pies, lo que genera enrojecimiento, hinchazón y dolor en las palmas y/o las plantas.
Síndrome mano-pie o SMP
Esto es lo que se conoce como síndrome mano-pie (SMP), también llamado eritrodisestesia palmoplantar, una forma de toxicidad cutánea de los tratamientos oncológicos que también puede causar sequedad (xerosis), fisuras y ampollas e incluso puede limitar las actividades de la vida cotidiana como caminar, vestirse o asearse.
Menos frecuente es el SMP producido en otras áreas, como las rodillas y los codos, pero también es posible. El SMP suele comenzar con una sensación de hormigueo o entumecimiento en las palmas o las plantas y deriva en hinchazón, enrojecimiento (similar al de una quemadura solar) y descamación de la piel, tirantez, sensibilidad al tacto o al roce, callos gruesos y ampollas y dolor más o menos intenso dependiendo de la gravedad del caso.
Efectos secundarios
Desde hace décadas se observa en relación con algunos fármacos de quimioterapia, pero también puede ser consecuencia de las nuevas terapias dirigidas, aunque no todas las personas que toman estos medicamentos contraen el síndrome. De hecho, la gravedad del SMP difiere de una persona a otra, de modo que las personas que toman el mismo fármaco para el mismo tipo de cáncer pueden no tener los mismos síntomas.
Su aparición
Para la mayoría de los pacientes con SMP, este aparece en las primeras semanas de terapia, aunque también puede suceder después de haber tomado el medicamento durante muchos meses. De hecho, cuando se trata con quimioterapia, este síndrome suele aparecer entre los 2 y 3 meses y, sin embargo, cuando se trata de terapia dirigida, es mucho más intenso durante las primeras 6 semanas de tratamiento.
Comunicar con su médico
Es sumamente importante comunicar a nuestro médico si notamos signos tempranos de este síndrome o que los síntomas cambian y empeoran, ya que posiblemente haya que cambiar el tratamiento. De no hacerse, el síndrome puede agravarse y causar mucho dolor e incluso interferencias con nuestra actividad diaria.
Para prevenirlo, la Dra. Alba Crespo Cruz, dermatóloga y medical advisor de Dermocosmética y Dermatología en Pierre Fabre Ibérica, recomienda reducir los traumatismos cotidianos en manos y pies y estar atento para avisar cuanto antes a su médico ante la aparición de esta toxicidad.
Consejos
Si sufrimos el síndrome mano-pie (SMP), es conveniente tener en cuenta las siguientes recomendaciones para evitar problemas mayores:
- Limitar el uso de agua caliente tanto para ducharnos, mejor con agua templada o fría, como para lavar los platos. Secar la piel a toquecitos y con mucho cuidado.
- Mantener las manos y los pies frescos ya sea con un paño de algodón con hielo (no aplicarlo directamente sobre la piel), agua corriente fresca o una toalla húmeda durante 20 minutos más o menos.
- Huir del calor directo (fuentes de calor, saunas, sentarse a tomar el sol…).
- Evitar las actividades como correr, hacer ejercicios aeróbicos y deportes como el tenis o el frontón que produzcan fuerza o roce en manos y pies durante las primeras 6 semanas de tratamiento.
- Intentar evitar el contacto con sustancias químicas abrasivas como las contenidas en jabones y suavizantes para la ropa o productos de limpieza para el hogar. Mejor usar productos naturales. Asimismo evitar el uso de guantes de goma o vinilo sin forro para lavar con agua caliente, ya que la goma retiene el calor y la transpiración contra la piel. Mejor usar guantes de algodón blanco debajo de los guantes de goma.
- Evitar herramientas o utensilios domésticos como cuchillos, destornilladores o herramientas de jardín que requieran ejercer presión con la mano contra una superficie dura.
- Usar calzado y calcetines transpirables, así como ropa holgada, para que el aire pueda moverse libremente sobre la piel.
- Evitar caminar descalzo durante el tratamiento, mejor usar zapatillas suaves y calcetines gruesos para reducir la fricción en los pies y que siempre estén protegidos.
- Utilizar con mucho cuidado las cremas para el cuidado de la piel y los pies. Debemos aplicarlas con cuidado y de
forma suave. Evitar el masaje ya que genera fricción, algo nada conveniente en nuestro caso. - Visitar al podólogo antes de comenzar el tratamiento contra el cáncer para eliminar callos y durezas y que revise las uñas, que en muchas ocasiones se alteran por los efectos secundarios del tratamiento e incluso llegan a desprenderse.
- Uso de un emoliente al menos una vez al día. Si hubiera durezas, también podemos añadir productos queratolíticos
con urea, ácido salicílico o lactato.
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