Asumiendo el término de origen anglosajón de superviviente, las cifras de la propia Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) indican que en España puede haber alrededor de un millón y medio de personas que han superado un cáncer.
Cifras al alza
Un ‘ejército’ al que podrían sumarse cada año otros 100.000 nuevos supervivientes gracias a la eficacia de los tratamientos actuales, que han permitido alcanzar tasas de curación del 50 % (un porcentaje que aumenta incluso en casos como el cáncer de mama, cercano al 80 %, o en los tumores infantiles, en los que esa cifra alcanza al 73 % de los pacientes). Por eso, hace unos años que la atención por todas estas personas ha ido ganando peso tanto por parte de los propios oncólogos, como de otras especialidades médicas y, sobre todo, de los propios pacientes.
¿Quién atiende a las personas que superan un cáncer en nuestro país?
Pero, ¿quién atiende exactamente a las personas que han superado un cáncer tras recibir el alta de su oncólogo? ¿Cómo debe ser la comunicación entre especialista y médico de Atención Primaria? ¿Cómo debe hacerse esa transición hacia una vida lejos de la quimioterapia? “En este sentido, existen ya algunos protocolos internacionales que se aplican en España con algunas variaciones entre Comunidades Autónomas”, explica el doctor Manuel Mejías, coordinador del Grupo de Trabajo de Cuidados Paliativos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). La propia Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) cuenta con un Plan Integral de Atención al Largo Superviviente, como explica su portavoz, el doctor Agustín Barnadas.
Cuando llega la alta definitiva
En el caso de los pacientes de bajo riesgo, el alta definitiva después de un diagnóstico de cáncer puede producirse en torno a los cinco años, aunque como aclara el doctor Barnadas, esto no siempre es así y en los casos de más riesgo se aplaza el alta de Oncología a los 10 años. “A partir de ahí, lo ideal es que se realice la transferencia a Atención Primaria con un informe que recoja las indicaciones oportunas y la posibilidad de retorno ante cualquier sospecha”, explica.
Seguimiento
Esas ‘sospechas’ responden a que las personas que ya han superado un cáncer tienen más posibilidades de desarrollar un segundo tumor; “por lo que los médicos de familia debemos estar especialmente atentos a determinados síntomas”, explica por su parte el doctor Mejías; aunque coincide con el representante de SEOM en que ese seguimiento y atención depende de cada caso. “Lo importante son el nombre y apellidos del tumor, lo que hace que las generalizaciones no sean adecuadas; porque las normas generales no abarcan cada situación individual”, subraya el representante de Semergen.
Tener en cuenta las secuelas post-tratamientos
Sin embargo, más allá del riesgo de un nuevo diagnóstico de cáncer, otra de las preocupaciones que acarrea el estatus de ‘superviviente’ tiene que ver con las secuelas que en ocasiones conllevan los tratamientos oncológicos: bien sean las propias cirugías (en función de su extensión y órganos afectados), quimioterapia, radioterapia, tratamientos hormonales “o, cada vez de manera más creciente, las inmunoterapias”, señala el doctor Mejías, quien reconoce que en el caso de los tratamientos más novedosos, “no conocemos de momento las posibles secuelas a largo plazo”. Lo normal, explica el especialista en Atención Primaria, es que las principales secuelas post-tratamiento aparezcan en el corto o medio plazo; en los primeros cinco años posteriores al diagnóstico. “Si en ese plazo no han aparecido, es difícil que lo hagan posteriormente”, señala el doctor Barnadas.
Problemas de tipo cardiovascular
Uno de los aspectos de salud que más se vigila en las personas que han recibido algún tratamiento oncológico son las de tipo cardiovascular. “Estos pacientes pueden tener algunos problemas de circulación, sobre todo en los pequeños vasos sanguíneos, como los que riegan los ojos o las extremidades inferiores”, señala el doctor Mejías. Si además se trata de una persona de más de 60-65 años (según SEOM, la mitad de los largos supervivientes de cáncer tiene más de 70 años) o con otros factores de riesgo, como hipertensión, diabetes, colesterol u obesidad, la vulnerabilidad se incrementa.
Hábitos de vida saludables
En este sentido, el doctor Barnadas sí recomienda, como norma general, que los supervivientes mantengan unos hábitos de vida saludables, con una dieta sana y ejercicio físico. Dos recetas que han demostrado científicamente su papel para reducir el riesgo de recaídas. “En el caso de algunos tumores de mama -añade-, los propios tratamientos implican una desaparición de la función ovárica, de manera que estas mujeres también pueden experimentar las molestias propias de la menopausia, lo que aconseja un control periódico de su densidad ósea para comprobar la salud de sus huesos”.
Secuelas neurológicas
Otro tipo de secuelas a las que se les ha ido prestando progresivamente más atención son las de tipo neurológico. “No es extraño que algunos pacientes tengan ciertos déficits motores, pérdida de fuerza o sensibilidad, falta de concentración o incluso, residualmente, algunas alteraciones del gusto”, explica el doctor Mejías. “Puede ocurrir que pasado cierto tiempo, y no solo durante el tratamiento, algunos pacientes sientan que experimenten un sabor metálico con algunas comidas”.
Experiencia traumática
Además, este especialista señala que pueden producirse también ciertas alteraciones de carácter o en el estado de ánimo. “La experiencia de pasar un cáncer, incluso en el caso de las personas que sobreviven a la enfermedad sin secuelas aparentes, es ya de por sí una experiencia traumática que puede marcar de por vida a muchas personas”, añade el doctor Mejías. ¿Hasta qué punto esas alteraciones son consecuencia de los tratamientos, de la propia enfermedad o tienen un componente psicológico?
Importancia de la atención psicológica
La realidad es que es difícil separar un componente de otro, pero lo cierto es que la atención psicológica a los supervivientes gana también cada día más peso en sus cuidados. “Algunas de estas personas han pasado mucho tiempo fuera del mercado laboral y esa reincorporación no siempre fácil también influye mucho”. En este sentido, Mejías reivindica el papel del médico de familia casi como un ‘acompañante’ en este proceso; “nosotros no solo vemos al individuo, sino también todo su espectro sociolaboral y familiar”.
Cicatrizar…
“El cáncer es una cicatriz en su vida y debemos tratar entre todos de normalizarlo todo de nuevo”, añade el doctor Mejías al tiempo que subraya el importante papel que juegan también las asociaciones de pacientes, que ofrecen apoyos y recursos que el sistema sanitario no siempre está en disposición de ofrecerles”. En este sentido, los especialistas coinciden en que tan importante como recomponer el componente físico es atender los aspectos psicosociales. “En Medicina, hemos mejorado muchas cosas, pero si logramos curar al paciente y no le ayudamos en ese proceso de recomponer su vida y su trabajo, habremos hecho el trabajo solo a medias. Las tasas de curación suponen un motivo de alegría, pero no deberían ser suficientes”, apunta el representante de Semergen.
Seguimiento de los pacientes
En este sentido, el doctor Barnadas subraya los esfuerzos conjuntos que están realizando desde SEOM con otras sociedades científicas, “de Atención Primaria, de Cardiología, de Ginecología, Oncología Radioterápica, etc.”, para cubrir todas las necesidades que surgen después de recibir el alta en Oncología. En este sentido, reconoce que, por ahora, los protocolos y planes más avanzados son los que se refieren al cáncer de mama, pero también progresivamente al cáncer de colon y otros tumores “en los que estamos buscando acuerdos y trabajando con todos los actores implicados en el seguimiento de estos pacientes”.
Trabajar unidos para responder a las necesidades
“Los supervivientes eran antes un grupo minoritario. Pero, cada vez más vemos en el día a día de la consulta sus necesidades, pese a que este asunto no está hoy por hoy en el debate público. Por eso, es necesario que sigamos trabajando entre todos para que ellos no sientan que el sistema los abandona. Quizás ver al oncólogo una vez al año les ayudaría y les daría seguridad; pero tenemos que buscar entre todos la fórmula para hacerlo de la mejor manera posible”, concluye el doctor Mejías. “Si actuamos a tiempo y prevenimos recaídas, haremos que estos cuidados, además de beneficioso para estas personas, sean rentables para el sistema”.
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