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Acudo a la revista LVR agradeciendo de antemano su labor, y solicitando sea mi altavoz para expresar una preocupación que no es ni personal ni exclusiva, si no de muchas mujeres funcionarias que como yo, convivimos con el cáncer de mama.

Mi nombre es Gemma, y me identifico como mujer optimista, defensora de los derechos que con tanto esfuerzo se han ido consiguiendo y luchadora sin descanso  por los que aún quedan por conseguir.

Sí, soy funcionaria con más de 27 años de servicio, y defensora de la gestión de una función pública de calidad, como derecho prioritario de la ciudadanía.

En febrero de 2014 me fue detectado un cáncer de mama, sometiéndome a operación el 9 de abril. Al principio, el impacto es tremendo, pero gracias a la familia, a la gente que me rodea y me quiere, así como a las personas que componen los equipos médicos y quirúrgicos que me atienden, pude en poco tiempo reconstruir una nueva fortaleza con prioridades de vida, con el principal objetivo de ganarle la batalla. Con los equipos de profesionales que llevan cada uno de nuestros casos, se establecen desde el principio unos lazos personales basados en la confianza, que dan seguridad a la nueva situación y de los que no puedes prescindir.

Como funcionaria, pertenezco a la Mutualidad de Funcionarios Civiles del Estado (MUFACE), contando con la entidad concertada ASISA para la prestación de mi  asistencia sanitaria. Esta entidad, es una de las que da cobertura a la cartera de servicios similar a la ofrecida por el Sistema Nacional de Salud, a través de los Conciertos establecidos.

El Boletín Oficial del Estado de 20 de diciembre de 2014 publica la Resolución del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, sobre el concierto suscrito por MUFACE con las entidades de seguro para el año 2015. El recorte padecido para 2015, unido al de los años precedentes, llevó a las entidades aseguradoras a recortar asistencia y no cubrir la atención de ciertos tratamientos en algunos hospitales. Aún así, las entidades garantizan la continuidad de tratamiento por un periodo de seis meses, siendo el periodo en algunos casos de hasta 1 año. En estos casos, podría llegarse hasta el 31 de diciembre de 2015. La cuestión es y a partir del 1 de enero de 2016 ¿qué pasará con nosotras?

Es muy general que sean los propios equipos profesionales los que se interesan por continuar con la atención a sus pacientes. Mucho tiempo de sus consultas lo dedican a escuchar nuestros miedos por esta situación. Así, se nos evitaría el desánimo y desasosiego que produce el no saber si los tratamientos tendrán continuidad..

Personalmente, he solicitado información por escrito tanto a MUFACE como a ASISA. En ambos casos los datos son que hasta el momento, el concierto en vigor es el publicado en diciembre de 2014 para el año 2015. Aún no se tiene definido el  marco económico correspondiente al ejercicio 2016, pendiente de la tramitación de la Ley de Presupuestos para dicho año. La prioridad es lo económico.

Este año es año electoral, y como tal, promesas y más promesas. Los funcionarios y funcionarias estamos oyendo muchos halagos sobre el esfuerzo que hemos padecido estos últimos 4 años con la congelación y recorte de salarios por la eliminación de pagas, descuentos por IT, supresión de días de asuntos propios y otros derechos pisoteados cuando se aplicó el Decreto 20/12. Ahora prometen que todo ello será restituido, pero nada dicen respecto al concierto de MUFACE con las entidades sanitarias que posibilite la continuidad de cobertura y asistencia de tratamientos como los oncológicos, entre otros.

El pasado 16 de julio se convocó la Mesa General de Negociación de la Administración General, pero este tema no estuvo en la agenda, resultando ser una mera declaración de intenciones electoralistas, según opinión de algunos sindicatos.

Esta situación no hace más que agravar el problema de salud contra el que estamos luchando, al tener que dirigir la energía a un objetivo distinto al de la recuperación. Pero siendo un obstáculo más encontrado en el camino, seguiremos peleando, con la visión más optimista posible, para conseguir la calidad de vida necesaria que dé lugar a nuestra total curación.

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