preciosa-rosa-roja

Fuimos compañeras de habitación en el hospital y nos hicimos muy buenas amigas. Ella estaba allí porque tenía una enfermedad llamada diverticulosis; la pobrecita tenía infección y solo podía tomar infusiones y una medicación. Afortunadamente, lo superó y, después de estar una semana compartiendo habitación, le dieron el alta, unos días antes que a mí; pero su salida no hizo que perdiéramos aquel vínculo. Ya han pasado más de dos años desde que nos conocimos.

Cuando yo estaba con mi mal, era ella la que venía a visitarme y me llamaba para darme ánimos. Ella y su familia, que son todos encantadores: su marido, sus dos hijas, en fin, una gente muy amable y cariñosa. El tiempo fue pasando y ambas nos fuimos recuperando, hasta que un día me llamó y me dijo que tenía tres manchitas en el hígado, que iban a darle quimio, ciclos de 15 días. Me lo contó convencida de que tenía que ponerse en manos de los médicos y que tendría que recibir una quimio especial, pues durante el tratamiento no debería de tocar ni estar en contacto con nada frío; no se le ha caído el pelo, pero tampoco le importa mucho, ella dice que si le pasara, se pondría su pañuelo. Ya va por la mitad de sus sesiones, y lo lleva con mucha valentía. Se ha puesto el mundo por montera y, como una valiente, acepta todo lo que le está pasando.

Esta mañana, antes de su sesión correspondiente, hemos desayunado juntas y estaba como si nada fuera a pasarle. Me ha contado que no tiene operación porque no pueden cortarle tres trozos de hígado, pero Isa confía en que la quimio la va a curar. Está tan positiva que estoy segura de ello. Además, no tiene mal aspecto, su cara irradia felicidad. Esa misma felicidad que yo sé que va a atraer todo lo bueno hacia ella, estoy convencida de que mi amiga está ganando esta batalla, y la va a ganar por su positivismo porque se siente querida y porque tiene a una familia que la necesita. Es muy creyente y se ha puesto en manos de Dios, y en manos de los médicos que la están tratando. Ni su familia, ni sus amigos, y por supuesto, ni yo la vamos a abandonar. ¡Qué importante es el amor en estos casos!

Si quiero compartir su historia con vosotros es porque esta señora es un ejemplo a seguir y porque seguramente habrá en cualquier lugar otras personas en esta situación. Creo firmemente que necesitan testimonios reales de enfermos que lo han pasado o lo están pasando, pienso que estas comparaciones no son odiosas, son necesarias.

Estoy harta de ver imágenes, lacitos y velas pululando por internet con mensajes enormes que dicen: “comparte si tienes algún amigo o familiar enfermo de cáncer”, como si eso fuera a curarles; no, los enfermos de cáncer necesitan testimonios positivos y, junto a la ayuda que la ciencia les brinda, necesitan creer en la fuerza que uno mismo puede llegar a desarrollar cuando está en plena batalla.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta