Entrevistamos a Marta Montil, profesora de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y Fisioterapia de la Universidad Europea, e integrante del programa VEnCE, Lidia Brea, directora del Máster Universitario en Actividad Física y Salud de la Escuela Universitaria Real Madrid – Universidad Europea e Itziar Pagola vicedecana de Grado de la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte y Fisioterapia, para conocer en qué consiste este programa novedoso.

Sabemos que ser físicamente activo es básico antes, durante y tras un cáncer. ¿Notáis que la mayoría de las pacientes no se mueven?

Efectivamente, esto es así. Las pacientes no conocen la importancia de hacer ejercicio físico en ese periodo y, en ese sentido, sabemos que el hecho de que el oncólogo o la oncóloga les traslade esta información es fundamental para que empiecen el programa y se adhieran al mismo.

A través de diferentes estudios previos de nuestro equipo de investigación, hemos podido comprobar que los supervivientes de cáncer cumplen con los mínimos en relación al ejercicio aeróbico de intensidad moderada, pero no realizan ejercicio físico orientado a la mejora de la fuerza muscular y mucho menos de intensidad vigorosa. Las pacientes en tratamiento tienen unos patrones similares, por lo que el hecho de conseguir que cumplan las recomendaciones de ejercicio físico de tipo aeróbico y de fuerza es fundamental. La única manera de que esto se lleve a cabo de forma correcta, controlada y con unos objetivos realistas es bajo la supervisión de un grupo interdisciplinar que se encargue del diseño de un buen programa de ejercicio para ellas.

¿Por qué razón poner en marcha el programa VEnCe?

Se sabe que el ejercicio físico es uno de los factores de riesgo modificables que pueden contribuir a prevenir la aparición de un cáncer. Existen evidencias de que el ejercicio físico se asocia positivamente con un menor riesgo de padecer cáncer de colon, mama, endometrio, próstata, pulmón, gastroesofágico, renal, páncreas y ovarios. Ser físicamente activo, tras el diagnóstico de cáncer y durante el propio tratamiento, puede facilitar el proceso de recuperación, mejorar la calidad de vida durante el mismo y aumentar, incluso, la supervivencia. Aun conociendo los beneficios mencionados, los pacientes con cáncer o supervivientes de cáncer no disponen de apenas opciones para realizar ejercicio físico supervisado por profesionales realmente cualificados, en un ambiente seguro y bajo el aval de un equipo interdisciplinar que sea experto en el área. Por ello decidimos poner en marcha este programa social.  

¿Cómo puede el hecho de moverse evitar posibles recaídas?

Este aspecto ha sido publicado en diferentes artículos científicos, en base a la epidemiología. Es decir, se han hecho investigaciones en las que se ha seguido a grupos grandes de pacientes a lo largo de los años, y se ha llegado a observar que las mujeres que realizaban ejercicio físico eran las que reducían la aparición de recidivas (nueva aparición del cáncer) con respecto al total de la muestra.

A nivel fisiológico, se están comenzando a descubrir aspectos clave en relación a cómo puede explicarse ese fenómeno.  Por ejemplo:

  • La incidencia del ejercicio físico sobre la reducción de determinadas hormonas circulantes,
  • El aumento de la movilización de los natural killer a través de la práctica de ejercicio
  • Evitar la capacidad de las células tumorales de evadir su crecimiento descontrolado.

Sin embargo, estamos todavía en un momento en el que algunas de estas investigaciones a nivel molecular están realizadas en modelo preclínico, lo que supone que queda mucho por descubrir y analizar todavía.

Si nos sentimos cansadas, ¿también hay que hacerlo aunque sea paulatinamente? ¿No hay excusas que valgan?

Efectivamente, hay que realizar ejercicio físico. Alrededor de un 90 % de la población oncológica sufre, en algún momento del tratamiento o de su vida una vez superada la enfermedad, la denominada fatiga crónica asociada al cáncer. Es una fatiga generalizada, que no desaparece aunque se duerma o se pasen periodos descansando, y que genera mucha limitación a la hora de realizar las tareas diarias. Nuestro equipo ha podido comprobar que el ejercicio de fuerza puede llegar a ser clave en esta reducción. Por tanto, no hay excusas. Hay que moverse aunque cueste.

¿Dónde se imparte este programa?

Tenemos la gran suerte de que la Universidad Europea de Madrid nos facilita el uso de las instalaciones que están en la Facultad de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y Fisioterapia, y que la fundación de la propia universidad financia parte del programa. Esto significa que contamos con salas polivalentes, gimnasio, piscina, pista de atletismo y pista de vóley playa, lo que nos permite poder cambiar el tipo de sesión de forma habitual.

¿Cuál es el perfil de las personas que pueden acudir a VEnCe?

Los pacientes que pueden acudir son personas en tratamiento o supervivientes, pero siempre con el consentimiento del equipo médico que le está tratando.

Se habla siempre de hacer ejercicio bajo el control de personas cualificadas. Esto no siempre posible en ciudades pequeñas. Tampoco los médicos están al corriente de los ejercicios que los pacientes deben realizar. En estos casos, ¿qué es lo más recomendable? ¿Acudir a la zona de ejercicio de su hospital? Pero eso significa que hasta para practicar deporte cuesta mucho volver a una vida “normal”, es decir a una clase con sus amigas, por ejemplo.

El problema es que hasta el momento no se cuenta con muchas opciones reales de este tipo de programas en los hospitales. Nuestro equipo siempre ha intentado que el ejercicio físico se lleve a cabo fuera de la propia instalación del hospital, de forma que haya una separación entre una cosa y otra. Los pacientes deben asumir que el hecho de estar padeciendo o haber padecido esta patología conlleva una serie de consecuencias que deben ser tenidas en cuenta a la hora de realizar ejercicio físico, al igual que una persona que tiene diabetes o hipertensión, por ejemplo. Claro que se puede asistir a una clase con amigas, siempre que el profesional que la imparta esté cualificado o se haya informado previamente de ello al experto que lleve el grueso de su entrenamiento.

¿Cuáles son las conclusiones que sacáis como especialistas sobre el aumento de la obesidad en nuestro país desde una edad muy temprana?

Es un tema preocupante, ya que el porcentaje de obesidad de nuestros niños es muy elevado (de cada diez niños, dos tienen sobrepeso y uno obesidad, según datos de la última encuesta nacional de salud). Se sabe que la obesidad infantil está asociada con otras enfermedades y con el riesgo de convertirse en obeso en su vida adulta y, a su vez, la obesidad está asociada a diferentes tipos de cáncer. Actualmente a este problema se le ha atribuido ya la clasificación de epidemia, siendo necesario saber que factores como la mala nutrición o la falta de actividad física se asocian al aumento de la obesidad.

«Uno de cada cinco adolescentes españoles posee un nivel de condición física indicativo de riesgo cardiovascular futuro»

Sin embargo, uno de cada cinco adolescentes españoles posee un nivel de condición física indicativo de riesgo cardiovascular futuro. Actualmente se están llevando a cabo diferentes programas de intervención en los colegios, como la estrategia NAOS, pero las autoridades deberían implementar todavía más acciones y realizar un seguimiento más exhaustivo de aquellas puestas en marcha. Una buena noticia al respecto es la firma de un acuerdo del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social con casi 398 empresas de alimentos y bebidas para reducir el azúcar, las grasas saturadas y la sal en diferentes productos. Sin embargo, creemos que una de las acciones que debería implantar el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte es la de  aumentar las horas de educación física en los colegios.

Desde las autoridades, ¿no se toma en serio la importancia de practicar ejercicio físico, sea cual sea?

El problema es que, bajo nuestro punto de vista, se tiene una visión muy cortoplacista de la situación. Se tiende a tratar y no a prevenir. Es decir, se conoce que a medio-largo plazo esta situación es insostenible. Tenemos una población con sobrepeso, que no realiza el suficiente ejercicio físico y cada vez más mayor, lo que supone un aumento paulatino de las consecuencias de salud.

«Tenemos una población con sobrepeso, que no realiza el suficiente ejercicio físico y cada vez más mayor, lo que supone un aumento paulatino de las consecuencias de salud»

Esto conlleva un aumento de las consultas de atención primaria, ingresos y tratamientos y, sin embargo, no se están promoviendo acciones con efectos positivos, como implantar unidades de ejercicio físico en los hospitales o en los centros de salud, lo que podría suponer un efecto beneficioso para nuestro sistema sociosanitario a medio-largo plazo y un efecto muy positivo para los pacientes de forma inmediata.

 

 

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