Anorexia-caquexia

 

Por PAOLA GARCÍA COSTAS

El estudio  PREDyCES reveló que el 36,4% de los pacientes con cáncer se encontraban en riesgo de desnutrición en el momento del alta hospitalaria.

La desnutrición en el paciente con cáncer se relaciona con el síndrome anorexia caquexia asociado al cáncer.

¿Qué son la caquexia y la anorexia en un paciente de cáncer?

“La caquexia o pérdida de peso se debe a un metabolismo aumentado de forma persistente que causa pérdida de peso y de músculo, con o sin pérdida de grasa. La caquexia se acompaña comúnmente de anorexia o pérdida de apetito, activación del sistema inflamatorio y pérdida de proteína de los tejidos. Este síndrome no puede ser completamente revertido con una ingesta de calorías y proteínas adecuada, y conduce a un deterioro físico con peor tolerancia de los tratamientos, detrimento de la calidad de vida y peor evolución del cáncer”, explica la doctora Paula Jiménez Fonseca, vocal de la Sección de Cuidados Continuos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), oncóloga médica de la Sección de Tumores Digestivos y Endocrinológicos del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Central de Asturias.

Encontrar la causa

El síndrome anorexia-caquexia se produce por múltiples causas derivadas del cáncer, de su tratamiento y del paciente. “La anorexia y caquexia se asocian con alteraciones metabólicas y endocrinas que son resultado de la interacción entre el tumor y nuestro organismo, y de unos factores o sustancias producidas por estos.

Dichas sustancias, que son similares a las que se producen en situaciones de alerta, aumentan el gasto de energía y la pérdida de músculo y proteínas. Por otro lado, en ocasiones existen alteraciones digestivas, derivadas tanto del cáncer como de los tratamientos recibidos. Pueden favorecer la aparición de anorexia y caquexia, como pueden ser la alteración del gusto, dificultad para tragar, náuseas, vómitos, diarrea, heridas en la boca, dificultad para absorber los nutrientes o cierre del tubo digestivo por el cáncer o sus metástasis”, detalla Fonseca. “Además, el estado físico y emocional del paciente pueden contribuir a este síndrome porque la ansiedad, la depresión y el dolor favorecen la pérdida de apetito”.

Relación con enfermedades crónicas 

El síndrome no depende del sexo ni de la condición socioeconómica. Se asocia con enfermedades crónicas entre las que se incluye el propio envejecimiento, por lo que es más frecuente en ancianos y personas con enfermedades del corazón, riñón, hígado y pulmón, de larga evolución. Y en todas estas enfermedades, es aún más común si existe algún tipo de cáncer. Por tipo de tumor su frecuencia alcanza “un 86 % en cáncer de páncreas; 48-61 % en linfomas de mal pronóstico, cáncer de esófago, estómago, cabeza y cuello y colorrectal; 46 % en cáncer de pulmón, ovario, vejiga, vía urinaria y riñón; 30-40 % en linfomas de buen pronóstico y es inferior al 40 % en cáncer de mama, próstata, útero, tumores cerebrales y sarcomas”, describe la vocal de la SEOM.

Se estima que más del 50 % de los pacientes con cáncer avanzado presenta caquexia y aproximadamente el 10 % muere por esta. “Es por ello que la caquexia representa una importante necesidad no correctamente satisfecha en la práctica asistencial. La proporción de pacientes que presentan pérdida de peso al diagnóstico de un cáncer es del 15-40 % pero varía dependiendo del tipo y el estadio del cáncer.

Importancia de la valoración individualizada

El estudio PREDyCES reveló que el 36,4 % de los pacientes con cáncer se encontraban en riesgo de desnutrición en el momento del alta hospitalaria y que la desnutrición aumentaba en 3-4 días la estancia en el hospital en comparación con los pacientes bien nutridos, y los costes asociados a la hospitalización en un 20-25 %. A pesar de todo esto, solo un tercio de los pacientes en riesgo de anorexia y caquexia suelen recibir consejo nutricional”, manifiesta la doctora.

“Dado que las causas son múltiples, resulta imprescindible realizar una valoración individualizada para identificar aquellos tratamientos que pueden ser eficaces en cada paciente. La combinación de soporte nutricional o una dieta adaptada, un adecuado programa de ejercicio físico y fármacos para mejorar los síntomas derivados del cáncer, del tratamiento de este y otros que permitan revertir los cambios metabólicos asociados a la pérdida de músculo y peso, parecen esenciales. Comenzar el tratamiento y abordaje lo antes posible, incluso antes de que se detecte la pérdida de peso, en fase de precaquexia, parece la mejor estrategia. Cuando la caquexia está evolucionada y el cáncer creciendo, su abordaje se complica y es difícil conseguir un tratamiento eficaz”, dice la especialista.

La anorexia y caquexia tienen un impacto directo en la autoimagen, la autoestima, el estado de ánimo y en el afrontamiento y la evolución del cáncer, en las relaciones sociales y la vida de pareja, de ahí la necesidad de un tratamiento.

Prevenir la desnutrición es primordial 

Según la doctora Fonseca, “la eficacia del tratamiento es mayor cuanto menor sea el grado de desnutrición o pérdida de peso. En la fase de aparición, o precaquexia, para prevenir la desnutrición es fundamental comenzar corrigiendo los síntomas del tumor (por ejemplo, la dificultad para tragar en tumores digestivos) o del tratamiento (náuseas, vómitos, diarrea, estreñimiento, heridas y sequedad en la boca, cambio de sabores, malas digestiones, etc.). Todos los anteriores se pueden resolver con los consejos nutricionales anteriormente enumerados si son leves, o requerir la asociación de fármacos si son intensos”.

Modificar la dieta cuando los síntomas están instalados 

Cuando la caquexia ya está instaurada, a las recomendaciones anteriores “se debe añadir un tratamiento del síntoma dominante, caquexia o anorexia. Si domina el adelgazamiento pero el paciente mantiene el apetito, se pueden asociar suplementos nutricionales a la dieta. Si domina la anorexia se pueden pautar fármacos estimulantes del apetito, siendo los más utilizados los esteroides y el acetato de megestrol.

En fase de caquexia refractaria, es decir, en fases más avanzadas, hay que entender que la pérdida de apetito y el adelgazamiento son consecuencias de la enfermedad y difícilmente solucionables. Aquí lo fundamental es la comodidad del enfermo. Este debe ingerir lo que vaya pudiendo, siendo especialmente recomendable una adecuada hidratación mediante la ingesta de agua gelificada o gelatina. Un batido con yogur, plátano, una cucharada de azúcar, una cucharadita de aceite, y el zumo de medio/un limón, aportan lo básico para ese confort, en momentos en los que es imposible ingerir alimentos”.

Recomendaciones de la oncóloga

Los siguientes consejos nutricionales para pacientes con cáncer ayudan a prevenir o combatir la anorexia (pérdida de apetito) y caquexia (pérdida de peso):

  • Cuide el ambiente durante la comida. Coma acompañado, en un lugar tranquilo y evitando olores ambientales fuertes.
  • Realice 5-6 comidas ligeras cada día. Tome los alimentos con mayor aporte de energía en los momentos de más apetito, preferiblemente en el desayuno.
  • Beba alrededor de 6-8 vasos, al día, de agua u otros líquidos (infusiones, zumos o batidos), a pequeños sorbos y fuera de las comidas. Los batidos pueden prepararse mezclando un producto lácteo (yogur), una pieza de fruta (plátano) y 3 galletas o 2 cucharadas de cereales.
  • Extreme la higiene de la boca. Lávese los dientes y la base de la lengua tras las comidas con cepillo de cerdas suaves y dentífrico fluorado. Emplee colutorio tras el cepillado. Utilice crema labial para evitar que se agrieten los labios.
  • Realice, si es posible, actividad física ligera; un paseo de unos 15 minutos, por ejemplo, antes de las comidas.
  • Tenga un horario regular y diario para ir al baño. Si presenta dificultad para la evacuación, puede masajear de forma rotatoria el abdomen en sentido de las agujas del reloj.
  • Elija alimentos de sabor y olor suaves, consistencia blanda, cocinado sencillo (cocido, hervido, plancha) y de fácil digestión en momentos de poco apetito o digestiones pesadas. Ejemplos: patata, calabacín, cala- baza o zanahoria cocidas o en crema; carne blanca (pollo, pavo, conejo); pescado blanco (merluza, lenguado, mero), queso fresco, yogur, fruta en almíbar o compota (manzana y pera) y plátano.
  • Evite los lugares donde se cocina, la comida de olor fuerte, los irritantes, el tabaco y el alcohol. Reduzca, si tiene dificultad para comer o saciedad precoz, el consumo de: verduras de hoja verde, picantes, rebozados y alimentos en conserva, ahumados o en salazón.
  • Súbase a la báscula un día a la semana al levantarse por la mañana. Si adelgaza, valore cuál es la causa y coméntelo con su médico.
  • Si su médico le prescribe un suplemento nutricional, recuerde que habitualmente este es un complemento o apoyo a su comida y no un sustituto. Debe tomarlo a pequeños sorbos a media mañana, media tarde y/o antes de acostarse, separado del desayuno, comida y cena. Puede mezclarlo con otros alimentos.

 

 

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