La forma en que expresamos emociones está muy vinculado a nuestra educación y a si somos hombres o mujeres. Hoy, en el Blog de… Bárbara Tovar, psicóloga y directora de la Clínica Bárbara Tovar (www.clinicabarbaratovar.com), nos lo explica.

 

taller ingeligencia emocional

Padres que tienden a no expresar de forma abierta los sentimientos educarán hijos que tampoco lo hagan y a la inversa. Basta con mirar la forma en la que se expresaron los sentimientos en casa para tener un espejo donde mirarse, incluso cuando a uno no le gusta esa manera en que se han hecho las cosas antes. Por otro lado, ser hombre o mujer también condiciona nuestra manera de expresar o inhibir las emociones. Por ejemplo, la psiquiatra inglesa Luan Brizedine realizó un estudio donde observó que mientras las mujeres de media usan alrededor de 20 mil palabras, los hombres usan unas 7 mil; es decir, unas 13 mil palabras menos aproximadamente. Esto nos deja ver como las mujeres solemos usar mucho mas la comunicación y la revelación emocional.  Estos resultados guardan también relación con las diferentes maneras en las que hombres y mujeres utilizan el apoyo social. Mientras que la mayor parte de las mujeres, cuando quedamos con amigas o seres queridos, solemos conversar sobre emociones y sentimientos, las cosas que nos pasan, cómo nos afectan; los hombres, cuando quedan con amigos o seres queridos, suelen más bien realizar una actividad, deporte o hobby, sin necesidad de hablar sobre aquello que les sucede y el modo en que les afecta. Y es que hablar sobre sus sentimientos a veces les puede hacer sentir como más vulnerables o que no conlleva nada útil. Sin embargo, nada mas lejos de realidad.

El Doctor James Pennebaker, de la Universidad de Texas,  y su equipo han investigado durante muchos años el efecto de la expresión emocional sobre la salud de quien lo practica y los resultados son realmente asombrosos. Desde 1979 han estudiado cómo las personas enfrentan situaciones traumáticas dolorosas a través de la escritura expresiva. Para ello, partieron de muestras amplias de estudiantes,  pidiéndoles que escribieran sobre sus vivencias personales más dolorosas, y descubrieron que aquellas personas que habían mantenido en secreto esos sucesos tenían mayor potencial de enfermar. Tras estos hallazgos, comenzaron a ampliar su estudio a otras muchas poblaciones: personas en desempleo, mujeres con cáncer de mama, personas con depresión… y en todos ellos tanto escribir sobre sus emociones como hablar sobre ellas hicieron mejorar su salud y su eficiencia, frente a aquellas personas que, viviendo la misma situación, se quedaban para ellas esas experiencias.

Con el tiempo y la ayuda de decenas de investigaciones que, desde entonces, se realizaron en el mundo entero, hoy sabemos que la escritura expresiva y la revelación emocional provoca una serie de efectos en cascada sobre la salud física: estimula la protección inmunológica, relaja y mejora la calidad del sueño, ayuda a controlar la presión arterial y reduce el consumo de alcohol y fármacos. Además, reordena el pensamiento, promueve la conexión con los otros y disminuye las crisis depresivas. Parece mágico.

Pero la escritura o expresión emocional  no es útil utilizada de cualquier modo, hay que cumplir con una serie de recomendaciones. La escritura o expresión emocional es útil cuando se trata de un suceso traumático o estresante que ya ha pasado, no es un suceso de futuro, al que temo, o que provoca incertidumbre y no debe de hacerse más de 15/ 20 minutos diarios ya que de lo contrario podríamos caer en un estado rumiativo que nos impida estar en el presente una vez que hemos ventilado. Por último, debe servir para reevaluar desde diferentes perspectivas lo ocurrido y reconocer diferentes modos de afrontamiento a ese suceso, ayudando a fortalecer nuestros aprendizajes y a crecer aún en las situaciones más complicadas.

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